Deslizamiento ocurrido en la quebrada de Jicamarca. (Foto: Twitter del Senamhi)
En los últimos años, las lluvias, inundaciones, desbordes de ríos y otros desastres naturales han tomado protagonismo en el acontecer nacional, recordándonos el peligro latente de que estos ocurran y afecten a la población en cualquier lugar del país; quedando en evidencia que la naturaleza está terminando por reclamar lo que, en algún momento, fue suyo pero dejó de serlo por acción humana, al desentendimiento de la propia naturaleza, construyendo casas o bloqueando las quebradas que por años han estado inactivas, pero siempre han sido un riesgo.
Es importante reconocer que este problema no es generado por un grupo específico de personas, sino por la población en su conjunto, sin distinción de condición económica u otro tipo, incluyendo a las propias autoridades que deberían velar por la seguridad de los ciudadanos para evitar que sucedan desgracias de este tipo.
Por ejemplo, sin ir muy lejos, desde hace muchos años no se escuchaban afectaciones en la zona de Pachacámac (Lima) y, esta vez, se dio en la quebrada Tinajas, la misma que desde hace varias décadas no se activaba y en la que, justo en su salida al río Lurín, se ha construido una casa de campo, la misma que cuenta con un cerco perimétrico que bloquea el acceso natural al río; el mismo que, durante el huaico, se convirtió en una barricada para que el lodo pueda llegar al cauce natural y, termine buscando una nueva ruta entre las calles y asentamientos humanos que, en teoría, se encontraban lejos de la zona de una posible afectación.
Para tener otro ejemplo, pondremos el caso de Punta Hermosa, uno de los distritos limeños preferidos por los veraneantes que también se vio afectado por los huaicos, afectando a vecinos y restringiendo el acceso a muchos bañistas que también generan beneficios económicos a los pobladores del distrito. En este caso, el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (INGEMMET) ya había alertado sobre este peligro en 2019 cuando emitió su informe “Evaluación de peligros geológicos en el distrito de Punta Hermosa” que recomendaba reubicar las viviendas existentes en la quebrada, la misma que una vez activada por los huaicos, no solo terminó afectando las viviendas y un complejo deportivo municipal construidos en su cauce natural, si no que, el lodo buscando una nueva ruta de desfogue hacia el mar, perjudicó otras viviendas que, como el caso anterior de Pachacámac, no se encontraban construidas en alguna zona de riesgo.
Por tanto, es fácil darnos cuenta de que la naturaleza no conoce de “propiedades privadas” o espacios ocupados inadecuadamente que poco a poco hemos aceptado; porque si en algún momento fue suyo, no tardará en reclamarlo nuevamente y, cobrará una cuota, si el mismo ha sido ocupado por actividad humana.
El trabajo para prevenir estas situaciones debe ser conjunto, realizado desde varios niveles, incluyendo la educación, planeamiento y reubicación; de manera que nos alejemos del peligro, siempre recordando y reconociendo lo importante que es darle su lugar a la naturaleza, especialmente en tiempos donde el cambio climático nos está afectando cada vez más y tenemos que aprender a convivir con la naturaleza y sus fenómenos.