El reto para las comunidades rurales no es solo acceder a la energía, sino usarla de manera eficiente en sus actividades productivas con planificación y apoyo técnico, para lograr un desarrollo sostenible. (Fuente: Agencia Andina)
En las comunidades rurales del Perú, el acceso limitado a la energía no solo frena el desarrollo económico, sino también compromete el bienestar general. Es aquí donde la innovación social puede aparecer como una solución clave para superar estas barreras, mejorando las condiciones de vida a través del desarrollo de proyectos que pongan en valor los usos productivos de la energía.
Pero ¿qué significa uso productivo de la energía? Esto no es otra cosa que utilizar la electricidad para transformar actividades productivas como la agricultura, el procesamiento de alimentos y la manufactura en fuentes sostenibles de ingresos que mejoren la calidad de vida de las comunidades rurales. Sin embargo, para que estas actividades se consoliden, se requiere más que electrificación; pues es necesario contar con una planificación adecuada, apoyo técnico constante y una cultura de uso productivo que impulse un desarrollo verdaderamente sostenible.
Uno de los mayores retos en las zonas rurales es la falta de planificación adecuada de la infraestructura eléctrica, lo que genera desequilibrios. En algunos casos, las redes están sobredimensionadas, desperdiciando recursos, mientras que en otros son insuficientes, lo que provoca interrupciones frecuentes y afecta la productividad local. Este mal diseño no solo aumenta los costos operativos, sino que también limita el desarrollo de las comunidades.
Estos problemas de infraestructura, sumados otros retos como la falta de asesoramiento y de conocimientos técnicos y productivos, reducen significativamente la eficiencia y rentabilidad de sus actividades. Además, muchos emprendedores rurales desconocen las fuentes de financiamiento disponibles, lo que les impide acceder a los recursos necesarios para mejorar sus procesos y expandir sus negocios.
La innovación social puede ser una herramienta valiosa para transformar esta realidad, porque su fin es encontrar soluciones a problemas sociales con el involucramiento activo de las comunidades. La participación en el diseño y gestión de soluciones energéticas no solo asegura que estas respondan a sus necesidades, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y responsabilidad, aspectos fundamentales para garantizar la sostenibilidad a largo plazo. Por ello, es fundamental que las políticas públicas promuevan la innovación social y creen un entorno favorable para el desarrollo de soluciones energéticas sostenibles que impulsen el progreso rural.
Cada avance en el empoderamiento energético transforma vidas, construye comunidades resilientes y traza el camino hacia un Perú más equitativo y sostenible. Con las herramientas y el apoyo adecuado, estas comunidades tienen el potencial de crecer en armonía con su entorno, construyendo un futuro prometedor que comienza con la energía que transformamos.