La Central de Recursos Educativos de Espinar complementa la educación de los estudiantes mediante la cultura y el arte. (Foto: Facebook – CREE)
Los que hemos transitado por temas o proyectos educativos, muchas veces anhelamos la existencia de un programa complementario a la educación formal, que brinde más allá del horario escolar, soporte educativo y psicológico a los alumnos y que, a los docentes, los apoye en el fortalecimiento de sus capacidades para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Imaginar un lugar donde los estudiantes, luego de su jornada escolar, pudieran asistir a talleres completamente implementados con tecnología de punta, donde cada estudiante pudiera tener una tablet, contar con un laboratorio de ciencias equipado y de primer nivel, adentrarse en el mundo de la música, contando con variedad de instrumentos como guitarras, clarinetes, baterías, etc. En el mundo del arte, disponiendo de caballetes, pinturas, pinceles y demás materiales; todo ello pensando en la buena administración del tiempo libre de los estudiantes. Sumado a ello, contar con el acompañamiento de personal especializado en orientación psicopedagógica o acompañamiento terapéutico para los estudiantes que así lo requieran y, en esa línea de anhelos, no falte un espacio especializado para la formación permanente y capacitación docente, donde se pueda hacer una reingeniería continua para innovar en el terreno educativo.
Ese lugar existe a casi 4,000 m.s.n.m., en una provincia llamada Espinar, ubicada en el departamento de Cusco (el ombligo del mundo). En un área de aproximadamente veinte mil metros cuadrados, se encuentra la Central de Recursos Educativos de Espinar (CREE) que cuenta con una edificación perfectamente distribuida con espacios especializados e implementados para talleres, laboratorios (de ciencia o robótica), salones de aprendizaje, auditorio, sala de psicomotricidad, actividades de pre escolar, entre otros; todos ellos con profesionales de primer nivel, que no solo dedican su tiempo a la atención de los alumnos, sino que se exigen innovar sobre la marcha y proponer nuevos proyectos en favor de la educación.
Por si esto pareciera surrealista en un país donde apostar por la educación no es prioridad para muchos y donde, de acuerdo al ranking PISA, no nos encontramos en los mejores lugares, la CREE cuenta con un programa de apoyo a la educación rural, una especie de CREE móvil, donde buses completamente equipados con un salón con tecnología de punta, materiales educativos en sus bodegas y docentes capacitados, se trasladan con frecuencia a las comunidades alejadas, para desarrollar estos talleres que la educación formal no les puede brindar.
Actualmente, este proyecto está liderado por Antonio Valencia en calidad de director, un profesional que, aunque no proviene del campo educativo, evidencia su innata vocación de servicio en favor de la educación de Espinar; él desborda apasionamiento cuando personalmente te guía por cada ambiente del CREE, concediendo el tiempo necesario para explicarte sobre esta experiencia educativa y que, al final, termines siendo un embajador de la propuesta.
Esto le da alas a la imaginación e innovación educativa, retomas la fe en un mejor futuro educativo para los alumnos porque terminas viendo aquello en lo que siempre has creído y en esta ruta, te vas haciendo muchas preguntas que quizá nunca encontrarán respuesta: ¿Y si existiera una CREE en cada región del Perú? ¿Si el Ministerio de Educación lo tomara como modelo y lo replica? ¿Si se hace una buena práctica de Responsabilidad Social de cada empresa extractiva que opera en el país? ¿Si esta CREE se volviera un lugar obligado de pasantía para los profesores de cualquier parte del país?
La CREE ha sido diseñada y es financiada por la empresa minera Antapaccay; sin embargo, más allá de dónde provengan los recursos económicos, creemos en la validez de su propuesta.
Si te interesa conocer a mayor detalle esta experiencia y sus programas, aquí te dejamos su página web: www.cree.edu.pe